| Descripción |
Escena desarrollada en un interior. Domina el centro de la composición el cadáver de José Zorrilla, representado en difícil escorzo, enfrentado al espectador. Custodiado por dos guardias civiles, alrededor del féretro se disponen coronas de flores, un gran crucifijo a los pies, y dos filas de cirios encendidos a ambos lados. En primer plano, separados por una balaustrada, diversos personajes ataviados a la moda de la época contemplan en silencio el cadáver del poeta.
La escena representa la capilla ardiente de José Zorrilla, que tuvo lugar en el Salón de Actos de la Academia Española, como documenta la inscripción en el reverso del cuadro, y un dibujo de Comba con el mismo asunto publicado en "La Ilustración Española y Americana" el 30 de enero de 1893.
La representación de la muerte de artistas, literatos y políticos fue una iconografía habitual en el Romanticismo, que establecía cierta relación entre la creación, la enfermedad y la muerte, incluso el suicidio. A pesar de lo tardío de su fallecimiento, pervive esta mentalidad al representar a Zorrilla como difunto, al igual que ocurre en su obra literaria, todavía de sensibilidad romántica. Sus propios comienzos vinieron marcados por los funerales del escritor más emblemático del Romanticismo, Mariano José de Larra, a quien dedicó unos versos en su entierro que le dieron a conocer. Entre su obra poética destaca "Leyendas" y "Granada", si bien su mayor éxito lo obtuvo como dramaturgo, con "Don Juan Tenorio", estrenada en 1844 y convertida en mito del teatro español. En 1855 marchó a México protegido por el emperador Maximiliano, que le nombró director del Teatro Nacional. De regreso a España, ingresó en la Real Academia y fue coronado como Poeta Nacional en Granada en 1889.
El autor de la imagen, Emilio Poy Dalmau, se formó en la Escuela de Artes y Oficios hasta pasar a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como discípulo de Francisco Padilla. A lo largo de su carrera participa en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, obteniendo una pensión para la Academia de Bellas Artes de Roma en 1901. Su producción pictórica abarca del paisaje a escenas costumbristas y religiosas, destacando por sus cualidades técnicas, que le permitieron también colaborar como ilustrador en diversas publicaciones gráficas.
En este dibujo, Poy Dalmau da continuidad a la tradición de conmemorar la muerte del artista, aunque se aleja del carácter íntimo de las representaciones románticas para enfatizar el aparato escénico creado en torno a la capilla ardiente del poeta.
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